Según cuentan, a finales dela Guerra dela
Independencia, cuando las tropas de Napoleón ya se retiraban de Granada ante el avance de las tropas españolas
comandadas por el General Ballesteros, sometieron a la ciudad a un cruel
expolio, como hicieron en todos los lugares que fueron dejando atrás. Saqueaban
y destruían monumentos, colocando explosivos en los lugares más emblemáticos,
con el fin de destruir el patrimonio español y saquear cuanto pudieran.
El mariscal francés Soult, se le ocurrió hacer una última gracia para despedirse de
la ciudad que por fuerza tenían que abandonar (si no es para
nosotros, no es para nadie).
Con metódica mala
leche cargaron de pólvora el recinto alhambreño y prendieron las mechas para deleitarse viendo como una tras otra, las maravillosas
torres del
recinto caían reducidas a escombros, y lo cierto es
que de este modo lograron destruir muchas de las maravillas de la
fortificación. La Torre del Cabo dela Carrera fue casi totalmente destruida, y
algunas otras, como la Torre del Agua, sólo parcialmente.
Cuando la mecha ya se acercaba a los palacios nazaríes el cabo de
Inválidos, José García, consiguió interceptar el reguero de pólvora con su propio cuerpo a tiempo de salvar el mayor tesoro arquitectónico de la Alhambra.
Por este motivo, en el Patio de los Aljibes, a la entrada dela Alcazaba,
hay una placa conmemorativa recordando a este personaje del que poco se sabe, a
penas algunos datos transmitidos gracias a la tradición oral.
Al parecer, y
siempre según la tradición oral, José García quedó cojo en la batalla de
Bailén. Llegó a ser cabo del cuerpo de inválidos, antiguo cuerpo de las tropas
españolas en la que ingresaban todos los soldados que tuviesen heridas o
mutilaciones en batalla. Nuestro héroe ingresó en dicho cuerpo, siendo
destinado junto con el resto del batallón al sitio de Granada. El principal
cometido de este cuerpo era el de vigilancia. El cabo García murió en 1834 tras
una larga convalecencia al haber contraído cólera.
Como curiosidad añadir que desde esa época, la vigilancia de los recintos
dela Alhambra se encomendó al cuerpo de inválidos, concretamente se encargaron
del cuidado de los bosques, parques y jardines. Este trabajo fue pasando de
padres a hijos una vez fue disuelto el Cuerpo de Inválidos.
En 1996 María Victoria Carrasco, esposa del último vigilante dela Alhambra quién
había nacido en esas mismas estancias, fue la última habitante del recinto
monumental dela Alhambra.
Es bonito pensar en este héroe, casi anónimo, que
salvo a la Alhambra de la destrucción arriesgando su propia vida.